La psicología del adolescente y lo que hacen los psicólogos de la adolescencia
Por
Ana Estephany Francisco Prencivil,
estudiante de psicología educativa, Universidad OYM, recinto la Romana
(Nota: Estoy publicando las mejores ponencias en este panel sin hacer ninguna
corrección gramatical o de estilo a la original sometida por las autoras)
Objetivos
-Que comprendan
que es la adolescencia.
-Los cambios por
los cuales pasan un adolescente.
-Los duelos de la
adolescencia.
-La importancia de
la educación dentro de la adolescencia.
Introducción
Le estaré hablando sobre lo que es la
psicología del adolescente que no es más que comprender que es la adolescencia
la cual es la etapa intermedia de crecimiento entre la infancia y la edad
adulta. Representa el periodo de tiempo durante el cual una persona experimenta
cambios a nivel físico, además de afrontar distintos cambios emocionales.
Las edades, que se
denominan a ser parte de la adolescencia, varían según la etnia y se extienden
desde los preadolescentes a diecinueve años. De acuerdo con la Organización
Mundial de la Salud (OMS), la adolescencia abarca la época de la vida entre 10
y 20 años.
Psicología del adolescente.
Adolescencia según Arminda Aberastury
"La etapa de
la vida en la cual el individuo busca establecer su identidad adulta,
apoyándose en las primeras relaciones objetales-parentales internalizadas y
verificadas en la realidad que el medio social le ofrece, mediante elementos
biofísicos en desarrollo a su disposición y que a su vez tienden a la
estabilidad de la personalidad en un plano genital, lo que sólo es posible si
se hace el duelo por la identidad infantil" (ABERASTURY, KNOBEL. 1984,
Pág. 15)
Esta etapa es muy
conflictiva, tanto para el adolescente como para sus padres, en su relación con
el mundo externo. Esto se debe a que el niño, en un momento de su vida en el
que sentía cómodo consigo mismo, con su relación de dependencia y sin ninguna
responsabilidad; en un corto tiempo, se despierta con su cuerpo diferente y con
un montón de responsabilidades, expectativas nuevas de sus padres respecto a
éste y su comportamiento. Ya no se siente el mismo, ha perdido su identidad.
¿Qué es la
identidad? La identidad es según Erikson "La capacidad que tiene el yo de
mantener una mismidad y continuidad [1]frente al destino cambiante".
El adolescente se
pregunta: ¿quién soy? y "el adulto era el frontón necesario para que el
joven tenista hiciera sus prácticas, se probara, probara los golpes, mejorara
sus tiros y resultara, no sin desgaste para el frontón, un adulto hecho y
derecho, es decir un buen jugador.
Durante la
infancia, el niño vive en un mundo de fantasía y de despreocupación total. Esto
va acompañado de una relación de dependencia hacia los padres, en la cual vive
muy cómodamente. Dicha identidad de niño dependiente y sin preocupaciones que
tiene en la infancia, entra en crisis con la aparición de los caracteres
sexuales secundarios. De pronto todo cambia, su comportamiento debe corregirse
porque le dicen que ya no es un niño, pero él se siente igual que
"ayer", cuando dicho comportamiento estaba bien visto. Pero ahora, en
un cambio en la actitud de los padres que se da en un período breve de tiempo,
pues el cuerpo madura rápidamente. Esto se debe a que los padres no se dan
cuenta, que lo que maduró de forma muy rápida fue sólo su cuerpo, y que éste no
madura de igual manera que la mente del niño. Es ahí que se produce un
desfasaje entre el Yo psicológico y el Yo corporal. Es aquí cuando entra en
crisis.
La crisis de
Identidad es, según Erikson: "(...)conflictos graves, cuya sensación de
confusión es más bien debida a una guerra dentro de ellos mismos, así como los
rebeldes confusos y delincuentes se hallan en guerra con su sociedad (…)".
El adolescente
pierde su identidad infantil o más bien ésta entra en crisis, cuando su cuerpo
infantil pasa a convertirse en uno de "adulto", por los cambios que
trae aparejados la pubertad.
Con estos cambios
que se dan en lo físico, también vienen dados los cambios psicológicos de
pérdida de identidad.
El adolescente
debe adaptarse ahora a su "cuerpo nuevo" y buscar una nueva
identidad. Éste debe modificar su estructura psíquica, para adaptarla,
necesariamente a este nuevo esquema corporal, Ésta se alcanza mediante una
disociación, proyección e introyección que permiten el conocimiento del
"self" y a su mundo externo, o sea de su mundo interno y externo.
El
"self" es un "autoconcepto", el "yo psicológico". Cuando encuentre
el equilibrio entre lo psíquico y lo corporal, hallará una nueva identidad.
Los Duelos de la
Adolescencia
Para lograr una
identidad madura, el adolescente tendrá que pasar por tres duelos básicos,
según Aberastury y Knobel, y un cuarto duelo por la bisexualidad infantil.
Estos son: a) el
duelo por el cuerpo infantil, b) el duelo por el rol y la identidad infantil, y
c) el duelo por los padres de la infancia.
Las Etapas del
duelo
Los procesos que
se suceden en el duelo se han dividido en tres etapas
1) La negación,
mecanismo por el cual el sujeto rechaza la idea de pérdida, muestra
incredulidad, siente ira. Es lo que nos lleva a decir: "No puede ser que
haya muerto, lo vi ayer por la calle", cuando inesperadamente recibimos la
noticia de la muerte de un amigo, aunque sepamos que hay muchas maneras de
morir en pocas horas.
2) La resignación,
en la cual se admite la pérdida y sobreviene como afecto la pena.
3) El desapego, en
la que se renuncia al objeto y se produce la adaptación a la vida sin él. Esta
última etapa permite el apego a nuevos objetos.
Los duelos afectan
tanto a los padres como a los hijos, son vividos por los dos. Knobel dice que
es "una ambivalencia dual". Por ejemplo, esto se ve, en la angustia
de los hijos por los padres de la infancia, y la angustia que sienten luego los
padres por los hijos de la infancia; por miedo de estos a envejecer y a
enfrentarse a una muerte próxima. Es tal vez por esto que se hace tan
conflictiva esta etapa.
El duelo por el
cuerpo infantil:
Consiste en ir
aceptando las modificaciones biológicas, ante las cuales siente impotencia, ya
que no puede hacer nada para frenar estos cambios. Esto se refleja en cierta
rebeldía en la esfera del pensamiento. Así siente un fenómeno de
despersonificación, se halla incómodo con su cuerpo, como torpe, tira y rompe
todo. Los movimientos que antes hacía para alcanzar las cosas no dan los mismos
resultados, y sus padres le reprochan constantemente, le dicen que tira todo.
¿Qué te pasa, que antes eras tan cuidadoso? Como consecuencia de dichos
reproches, trata de negar la pérdida de su identidad y su cuerpo infantil, para
retener los logros que tuvo de chico.
Las fluctuaciones
constantes de la realidad, que lo ponen en una nueva situación frente a sus
padres, familia y mundo externo, lo impulsan a elaborar esa pérdida, a ir
conformando su nueva personalidad.
Duelo por la
identidad y rol infantil.
El niño en su infancia
acepta su relativa impotencia, necesita de otras personas que cumplan sus
funciones yoicas, y su yo, mediante la proyección e introyección configura su
identificación. En la adolescencia, sufre un "fracaso de
personificación". No se da cuenta de cómo debe actuar, ya que no es un niño,
pero tampoco un adulto. Es lo suficientemente grande para ser un niño y por
tanto no puede mantener la dependencia infantil, aunque quisiera. Esto es
debido a la actitud de sus padres que ahora tienen para con él. Pero tampoco
puede asumir la independencia adulta. Sufre una confusión de roles, recurre al
"mecanismo de defensa esquizoide" de delegar toda responsabilidad y
obligaciones en el grupo de pares (barra), quedando así por fuera del proceso
de pensamiento; forma parte de las actividades del grupo, pero no se hace cargo
de sus consecuencias. Tiene un manejo omnipotente de la irresponsabilidad, y son
otros lo que se hacen cargo por él del principio de realidad. Ya que éste no se
hace cargo de sus actos y las consecuencias de ellos.
En este período
hace posible un tipo de pensamiento en el que despersonaliza a los seres
humanos, utilizándolos como objetos, como medios para sus satisfacciones. Este
manejo de las personas demuestra una clara inestabilidad afectiva e
indiferencia hacia los demás.
Pero mediante la
"barra", que cumple el rol de mecanismo de defensa esquizoide, como
ya explicamos anteriormente, es que se siente seguro en esa uniformidad que el
grupo le da. Más tarde irá adoptando roles cambiantes y participando
activamente en el grupo, y es así, que de a poca toma las responsabilidades y
las culpas grupales. Mediante estas proyecciones e introyecciones es que va
asimilando y desechando identificaciones hasta llegar a formar una propia.
Aberastury y
Knobel dicen que: "La exageración o fijación de este proceso por no
elaborar el duelo por la identidad y por el rol infantil explica las conductas
psicópatas tratando a las personas como objetos, para así lograr sus objetivos.
También se ve en el desafecto y crueldad con el objeto (…)"
Normalmente el
adolescente va aceptando las pérdidas de su cuerpo infantil y su rol infantil;
al mismo tiempo que va cambiando la imagen de sus padres infantiles,
sustituyéndolas por la de los padres actuales, en el próximo duelo.
Duelo por los
padres de la infancia
El adolescente
empieza a separarse de sus padres. Lo que marcará el "fin de la relación
de dependencia" que mantenía con ellos. Es más que obvio que sigue
dependiendo de ellos, no sólo económicamente, sino sentimentalmente, ya que
necesitan de la comprensión y la aprobación de éstos (sentirse aceptado). Además,
tiene la necesidad de una identidad fuera de la familia, aunque
inconscientemente, también se siente parte de ella. Es una contradicción más de
las muchas que caracterizan esta etapa.
La búsqueda de un
nuevo estatus, que le es transferido a este por su cuerpo, mediante los cambios
corporales, lo llevan a una nueva búsqueda de identidad y un nuevo rol por el
infantil ya superado. La independencia de la que hablamos es relativa, ya que,
si le dieran una verdadera libertad e independencia, este la sentiría como
abandono. Es menester, que el pasaje de la relación infantil que tenía con los
padres a la adolescencia (de una dependencia total a una pseudo-independencia),
sea lento. Esto facilitará su independencia en un futuro, y hará menos
traumático el duelo.
Esta
pseudo-independencia se ve claramente en la necesidad de pedir prestado el auto
a sus padres, en el momento de pedir para llegar más tarde de la hora que
estaba pactada antes, ante la necesidad de pedirles dinero, etc. Lo hacen,
porque sienten la necesidad de aparentar una cierta independencia económica frente
a sus compañeros de grupo, de sentirse casi un "adulto". Este proceso
de independencia y pérdida es sentido tanto por el adolescente como por los
padres, ya que estos se dan cuenta de que sus hijos están creciendo y con esto le
viene a la mente la idea próxima, en algún momento, de la muerte. La idea de
esto les produce la necesidad de retener la relación de padres infantiles que
mantenían con su hijo de la infancia. Esto lo hacen a través de la dependencia
económica, no permitiéndoles ciertos gustos o salidas. Volvemos a notar que
estos duelos son vividos de igual forma tanto por los padres como por los
hijos.
Los cambios
biológicos que se dan en la pubertad le imponen la sexualidad genital e
intensifican el duelo por el cuerpo infantil y el sexo opuesto perdido. Durante
la infancia el niño se masturbaba constantemente para negar la pérdida del sexo
opuesto, aunque también a manera de exploración. En cambio, en la pubertad, se
da primero a manera de exploración y después como búsqueda de placer debido a
fantasías eróticas. Esto lo hace en soledad, por la carga de culpa emocional
que le proporciona el "súper-yo", con todo el peso que le impone la
sociedad.
La definición de
su capacidad procreativa y su rol en la pareja, (el duelo por la bisexualidad) se
debe a la resolución nuevamente del complejo de Edipo, el cual lo llevará a
buscar pareja fuera del núcleo familiar. La aparición de los caracteres
sexuales primarios (como ya explicamos arriba), lo llevarán a la definición
sobre su rol en la relación de procreación.
Duelo es por la
bisexualidad
En esta etapa se
configura el pasaje del autoerotismo a la heterosexualidad, pasando por estados
de homosexualidad. Esto parece obvio, pero le choca mucho a la gente, ya que el
adolescente primero se mira así mismo y se explora (auto erotismo), luego debe
fijarse en el mismo sexo para compararse (homosexualidad), lo hace mediante el
juego y el "toqueteo". Cuando hablamos de homosexualidad, no tenemos
que caer en el simplismo de tomarlo en el sentido de genitalidad, aunque podría
llegar a darse, no es lo normal. En los hombres se ve en los juegos de mano, y
en la mujer en ese ir constantemente del brazo con la amiga, en el baile entre
ellas, etc. Es bastante coherente que se fije primero en el mismo sexo, y recién
ahí tender a buscar una relación en el sexo opuesto. No puede darse un corte
tan grande en el pasaje del autoerotismo a la heterosexualidad.
La necesidad de
elaborar los duelos lo obligan a recurrir normalmente a manejos psicopáticos
que identifican sus conductas. Estos pueden ser la necesidad de delegar toda
responsabilidad en el grupo, la necesidad de manejar el tiempo a manera de
objeto, etc.
Se produce un
cortocircuito en el pensamiento, donde se observa la exclusión de lo conceptual
lógico mediante la expresión a través de la acción, lo que diferencia al
adolescente normal del psicopático, que persiste en este modo de conducta.
Aberastury y
Knobel dicen que estos comportamientos son normales en la adolescencia, y que
sería anormal una estabilidad en ésta. La inestabilidad constante, acompañada
de los comportamientos psicopáticos es denominado por Knobel a manera de una
entidad "semi-patológica" o síndrome normal de la adolescencia por
las características que tiene esta etapa.
¿Hasta cuándo dura
la adolescencia?
La duración de la adolescencia
dice Sobrado, depende de la sociedad y la cultura en la que este se encuentre.
Por eso no debe estudiársele al adolescente igual que a un ciudadano
arquetípico, porque dependiendo del sector sociocultural y económico en que se
encuentre, hay variantes en las vivencias de estas edades que no puede hacer
menos que plantear desde otros ángulos.
Ejemplo: no es lo
mismo un adolescente de las zonas rurales, del urbano. En los primeros es más
fácil el ingreso a las tareas, de forma graduada y claramente especificadas, lo
que los ayuda a madurar más rápido. En cambio, los segundos no tiene acceso
gradual a los modos de producción, esto le causa cierta frustración e
inseguridad. Aparte a la hora de buscar trabajo se les dificulta mucho por la
falta de experiencia, quedando así relegado a ser mano de obra barata dentro de
los medios de producción, o peor aún un desocupado. De esta manera, se provoca
en él, un sentimiento de angustia e inferioridad por no poder conseguir un buen
trabajo.
Pero todos los
autores están de acuerdo en que empieza con los cambios puberales y los
caracteres sexuales secundarios que se dan en la pubertad, y que termina con la
aceptación de la nueva identidad adulta.
Las causas, por
qué la crisis de identidad se da en este período, son que el individuo no puede
desarrollar los requisitos de desarrollo fisiológico, maduración mental y
responsabilidad social adecuada, acompasadamente; para experimentar y atravesar
esta etapa de su vida. No se puede hablar de superar una crisis, sin que la
identidad haya encontrado una forma determinada para la vida ulterior de un
modo más decisivo. Para lograrlo, debe enfrentarse al mundo de los adultos,
algo para lo que no está preparado aun; pues debe desprenderse de su mundo infantil.
En resumen, el
adolescente debe alcanzar un equilibrio entre el yo psicológico y el yo
corporal; debe tener un grado de madurez como para aceptar una genitalidad
adulta. Esto consiste en la capacidad para procrear y hacerse cargo de ella,
con sus respectivas responsabilidades.
Cuando sea capaz
de resolver en forma satisfactoria los tres duelos, más el duelo por la
bisexualidad infantil y conseguir la independencia económica; allí será el fin
de su adolescencia.
La crítica de
Obiols al modelo propuesto
"En el modelo
de la modernidad. Se aspiraba a ser adulto, aun cuando se tuviera nostalgia de
la niñez. La niñez era una época dorada, en la cual no había responsabilidades
pesadas, en la que el afecto y la contención venían de los padres y permitían reunir
un caudal educativo y afectivo que facilitaba enfrentarse con lo importante de
la vida, la etapa adulta, la cual permitiría actuar, tener capacidad de influir
socialmente, independizarse de los padres, imitarlos en la vida afectiva y
familiar. Tan fuerte era el modelo adulto para la modernidad que la infancia se
consideraba una especie de larga incubación en la cual nada importante ocurría,
algo de lo cual no valía la pena que los hombres se ocuparan demasiado, era
cosa de mujeres" (OBIOLS, 1993, Pág. 39)
El paso a la
posmodernidad ofrece que la vida sea de emociones light, todo debe desplazarse
suavemente, sin dolor, sin drama, sobrevolando la realidad.
Como veíamos
analizando anteriormente, los duelos son, para el adolescente, dolorosos,
angustiantes y hasta traumáticos en ciertos puntos, entonces: ¿hay lugar para
los duelos en la posmodernidad?
Consideremos cada
uno de los duelos postulados en su momento por Arminda Aberastury y
expongámoslos a la realidad que vive el adolescente en la posmodernidad:
El duelo por el
cuerpo perdido
El adolescente de
la modernidad se encontraba perdiendo el idealizado y mimado el cuerpo de la
infancia, teniendo en perspectiva un período glorioso de juventud y lejos aún
de lograr un cuerpo con características claramente adultas. El adulto joven
constituía el ideal estético por excelencia y el adulto maduro por su parte
alcanzaba un cuerpo con características claramente definidas: las mujeres
debían tener un cuerpo redondeado, un poco pesado, matronal, que daba cuenta de
su capacidad de procrear y su dedicación a la casa y crianza de sus hijos. Iría
luciendo con los años canas, arrugas y kilos, no como vergüenza sino por el
contrario como muestra de honorabilidad y fuente de respeto. Por su parte los
hombres también adquirían kilos, abdomen o ambos, lentes, arrugas, calvicie,
bigotes o barbas canas que les darían un aspecto digno de la admiración de las
generaciones más jóvenes. Observamos que, en las épocas antecedentes a la
modernidad, el viejo era respetado como modelo de sabiduría y experiencia.
En ese contexto el
adolescente lucía un aspecto desgraciado. Nada se encontraba en él de
admirable, estéticamente rescatable. Es cierto que aún hoy nadie postula como
admirable la cara cubierta de acné ni los largos brazos o piernas alterando las
proporciones, pero también es cierto que la mirada que cae hoy en día sobre el
adolescente es muy diferente. Su cuerpo ha pasado a idealizarse ya que
constituye el momento en el cual se logra cierta perfección que habrá que
mantener todo el tiempo posible. Modelos de 12, 14 o 15 años muestran el ideal
de la piel fresca, sin marcas, el cabello abundante y brillante, un cuerpo
fuerte pero magro, tostado al sol, ágil, en gran estado atlético, en la
plenitud sexual, un modelo actual que no responde al ideal infantil ni adulto
típico de la modernidad.
Si, clásicamente,
la juventud fue un "divino tesoro" porque duraba poco, ahora se
intenta conservar ese tesoro el mayor tiempo posible. Mucha ciencia y mucha
tecnología apuntan sus cañones sobre este objetivo. Cirugía plástica, regímenes
adelgazantes y conservadores de la salud, técnicas gimnásticas, trasplantes de
cabello, lentes de contacto, masajes e incluso técnicas que desde lo psíquico
prometen mantenerse joven en cuerpo y alma. Se desarrolla el "culto al
cuerpo" por el cual es ideal permanecer en la juventud.
"Los medios
de comunicación los consideran un público importante, las empresas saben que
son un mercado de peso y generan toda clase de productos para ellos; algunos de
los problemas más serios de la sociedad actual: la violencia, las drogas y el
sida los encuentran entre sus víctimas principales y la escuela secundaria los
ve pasar sin tener en claro qué hacer con ellos".
Cuando la técnica
no puede más, el cuerpo cae abruptamente de la adolescencia, supuestamente
eterna, en la vejez sin solución de continuidad. Cae en la vergüenza, en la
decadencia, en el fracaso de un ideal de eternidad. Podemos entonces
preguntarnos: ¿qué ha pasado con el duelo por el cuerpo de la infancia que
hacía el adolescente moderno, adolescente que sólo era un pasaje desde la niñez
aun ideal adulto? El adolescente posmoderno deja el cuerpo de la niñez, pero
para ingresar de por sí en un estado socialmente declarado ideal. Pasa a ser
poseedor del cuerpo que hay que tener, que sus padres (¿y abuelos?) desean
mantener, es dueño de un tesoro. Si tomamos como metáfora el cuerpo
arquitectónico de la ciudad, y el reciclaje posmoderno en vez de la piqueta, la
mezcla de lo viejo con lo nuevo, a nivel de la persona adolescente resulta que
el cuerpo infantil no es totalmente reemplazado por un cuerpo adulto, hay una
mezcla y modificación parcial de ciertas características. Por la tanto no habrá
una idea neta de duelo, de sufrir intensamente la pérdida del cuerpo de la
infancia. ¿Puede haber un duelo por el cuerpo perdido o "no hay
drama"?
El duelo por el
rol y la identidad infantil
¿Qué significa ser
niño? Ser dependiente, refugiarse en la fantasía en vez que afrontar la
realidad, buscar logros que satisfagan deseos primitivos y que se obtienen
rápidamente, jugar en vez que hacer esfuerzo.
Llegados a este
punto parece imprescindible diferenciar dos conceptos psicoanalíticos que
suelen confundirse: el de yo ideal y el de ideal del yo. Ante una imagen de sí
mismo real poco satisfactorio, muy impotente, el niño pequeño desarrolla una
imagen ideal, un yo ideal en el cual refugiarse. Esta estructura se organiza
sobre la imagen omnipotente de los padres y ante una realidad frustrante que
promueve esa imagen todopoderosa de sí mismo confeccionada a imagen y semejanza
de sus mayores, la cual le permite descansar, juntar fuerzas y probar de nuevo
ante un error. En los desarrollos normales ese yo ideal se va acotando a medida
que la realidad le muestra sus límites.
Los padres primero
y los maestros después tienen la difícil tarea de provocar la introyección de
otra estructura, el ideal del yo. Este aspecto del superyó es un modelo ideal
producido por los mayores para él, es el modelo de niño que los demás esperan
que sea. Si el yo ideal es lo que él desea ser, el ideal del yo es lo que debe
ser y a quien le cuesta muy a menudo parecerse. Ese ideal del yo también
manifiesta sus propios valores: esfuerzo, reconocimiento y consideración hacia
el otro, así como postergación de los logros. Tradicionalmente este trípode ha
sido la base de la educación preescolar.
¿Qué ocurre con el
adolescente? En esa época de la vida se termina de consolidar el ideal del yo,
para ello confluyen los padres, los docentes y la sociedad en su conjunto. Pero
¿qué ocurrirá si la sociedad no mantiene los valores del ideal del yo, si en
cambio pone al nivel de modelo los valores del yo ideal?
Pensemos en lo que
los medios difunden constantemente: aprendizaje, dietas, gimnasia sin el menor
esfuerzo; tarjetas de crédito, facilidades, compra telefónica para no postergar
ningún deseo, artículos únicos, lugares exclusivos, competencia laboral que
significa eliminar al otro. Estos son los valores del yo ideal que en otras
épocas podían que, en la fantasía, pero no ser consagrados socialmente.
La sociedad
moderna consagraba los valores de un ideal del yo: la idea de progreso en base
al esfuerzo, el amor como consideración hacia el otro, capacidad de espera para
lograr lo deseado. Sin duda los valores del yo ideal también existían, pero eran
inadmisibles para ser propagados socialmente. En la sociedad posmoderna los
medios divulgan justamente los valores del yo ideal, es decir que allí donde
estaba el ideal del yo está el yo ideal y hay que atenerse a las consecuencias.
Si se acepta este
planteo, de él se deduce que los valores primitivos de la infancia no sólo no
se abandonan, sino que se sostienen socialmente, por lo tanto, no parece muy
claro que haya que abandonar ningún rol de esa etapa al llegar a la
adolescencia Se podrá seguir actuando y deseando como cuando se era niño, aquí
tampoco habrá un duelo claramente establecido.
Por otra parte, se
sostenía que la identidad infantil perdida daba paso a la definitiva en un
largo proceso de rebeldía, enfrentamiento y recomposición durante la adolescencia.
El concepto de pastiche posmoderno parece modificar esta idea. La identidad se
establecería no por un mecanismo revolucionario que volteara las viejas
estructuras sino por el plagio que conforme el pastiche sin mayor violencia,
sin cambios radicales. La nueva identidad se estructura ría sin que apareciera
la idea neta de un duelo, en tanto no habría una pérdida conflictiva que lo
provocara.
El duelo por los
padres de la infancia
Los padres de la
infancia son quizás los únicos "adultos" en estado puro que se
encuentran a lo largo de la vida. Se los ve como tales, sin fisuras. Ir
creciendo significa, en cambio, descubrir que detrás de cada adulto subsisten
algunos aspectos inmaduros, impotencia, errores. La imagen de los padres de la
infancia es producto de la idealización que el niño impotente ante la realidad
que lo rodea y débil ante ellos desarrolla como mecanismo de defensa. A menudo
esa idealización es promovida por los mismos padres quienes obtienen
satisfacción de ser admirados incondicionalmente por ese público cautivo a
quien también pueden someter autoritariamente. Ir creciendo, convertirse en
adulto significa desidealizar, confrontar las imágenes infantiles con lo real,
rearmar internamente las figuras paternas, tolerar sentirse huérfano durante un
período y ser hijo de un simple ser humano de allí en más. Pero este proceso
también ha sufrido diferencias. Los padres de los adolescentes actuales
crecieron en los años, incorporaron un modo de relacionarse con sus hijos
diferentes del que planteaban los modelos clásicos, desarrollaron para sí un
estilo muy distinto del de sus padres. ¿En qué residen esas diferencias? En lo
referente a sí mismos estos padres buscan como objetivo ser jóvenes el mayor
tiempo posible, desdibujan al hacerlo el modelo de adulto que consideraba la
modernidad. Si ellos fueron educados como pequeños adultos, vistiendo en talles
pequeños ropas incómodas para remedar a los adultos, ahora se visten como sus
hijos adolescentes.
Escribe F. Dotto:
"Lo que más hace sufrir a los adolescentes es ver que los padres atan de
vivir a imagen de sus hijos y quieren hacerles la competencia. Es el mundo al
revés. Los hombres tienen ahora amiguitas de la edad de sus hijas, y a las
mujeres les gusta hoy agradar a los compañeros de sus hijos, porque
precisamente ellas no vivieron su adolescencia. Están presas en la
identificación con sus hijos."
¿Cuáles son las
consecuencias de esta actitud de los padres? Continúa F. Doto: "Y los
chicos y chicos y chicas aprenden cada vez más tempranamente a vestirse solos,
a comprarse ropa, a alimentarse y viajar… Ante la necesidad de su progenie, los
padres dejan hacer y se abstienen de educar a los pequeños. Si ya no hay niños,
tampoco hay adultos".
Si recibieron
pautas rígidas de conducta, comunes por entonces a toda una generación, al
educar a sus hijos renuncian a ellas, pero no generan otras nuevas muy claras,
o por la menos cada pareja de padres improvisa, en la medida en que la
necesidad la impone, alguna pauta, a veces tardíamente. Si fueron considerados
por sus padres incapaces de pensar y tomar decisiones, ellos han pasado a creer
que la verdadera sabiduría está en sus hijos sin necesidad de agregados, y que
su tarea es dejar que la creatividad y el saber surjan sin interferencias. Si
sus padres fueron distantes, ellos borran la distancia y se declaran compinches
de sus hijos, intercambiando confidencias.
A medida que fue
creciendo, el niño de estos padres no incorporó una imagen de adulto claramente
diferenciada, separada de sí por la brecha generacional y cuando llega a la
adolescencia se encuentra con alguien que tiene sus mismas dudas, no mantiene
valores claros, comparte sus mismos conflictos. Ese adolescente no tiene que
elaborar la pérdida de la figura de los padres de la infancia como lo hacía el
de otras épocas. Al llegar a la adolescencia está más cerca que nunca de sus
padres, incluso puede idealizarlos en este período más que antes. Aquí
difícilmente haya duelo y paradójicamente se fomenta más la dependencia que la
independencia en un mundo que busca mayores libertades.
La psicología para
adolescentes es a menudo necesaria porque la adolescencia es una etapa
complicada, tanto para el adolescente como para quienes los rodean. Sus
problemas pueden ser complicados y requerir de una intervención terapéutica
eficaz que se adapte a sus características y les ayude a resolverlos.
La Terapia breve
es trabaja los desajustes tratamientos cortos, unas 10 sesiones, es dinámica,
flexible y efectiva. Es un modelo que se enfoca en la solución de los problemas
e interviene desde el punto de vista interaccional y contextual. Por lo que
implica tratar al adolescente dentro de su contexto actual y sus
interrelaciones, como su familia y su grupo social. La psicología de
adolescentes puede llevarse a cabo con el adolescente solo, con su familia o
con personal escolar, o con ambos, incluso pueden participar amigos, vecinos,
parientes, etc.
El objetivo de la
terapia es ayudar al adolescente a que recupere o reestablezca su bienestar en
un tiempo breve. El adolescente será capaz, por sí mismo, de intentar nuevas
soluciones a sus problemas y, cambiará rápidamente no sólo a nivel individual,
sino también en sus relaciones familiares y sociales.
En ocasiones, los
padres advierten en su hijo señales preocupantes y piensan que podría ser útil
una psicoterapia, o al menos una consulta psicológica. Pero suele ocurrir que
los adolescentes rechazan la existencia del problema y, por lo tanto, la
necesidad de consultar a un especialista. Es importante recordar que para hacer
una terapia para adolescente no es necesario que se le diagnostique alguna
enfermedad mental, sino basta con que identifiques alguna situación
problemática y que sientas que no puede solucionarla por sí mismo, aunque ya lo
haya intentado.
En estas
situaciones, el terapeuta estratégico suele hacer un primer encuentro con los
padres y valorar con ellos si el problema requiere una intervención
psicoterapéutica y si es así, de qué tipo. Podemos hacer terapia para
adolescentes INDIRECTA, donde el terapeuta da pautas o indicaciones concretas a
los padres sobre cómo actuar con el hijo y el problema, o sugerencias sobre
cómo atraer al hijo a terapia, DIRECTA donde el terapeuta trabaja directamente
con el adolescente, o MIXTA donde el terapeuta trabaja tanto con el adolescente
como con la familia.
Conclusión
la adolescencia es una etapa que se
caracteriza especialmente por períodos de inestabilidad, aquí es donde la
función del terapeuta cumple una función primordial para acompañar al
adolescente en el tránsito de estos cambios.
Los problemas
psicológicos de los adolescentes pueden incluir la madurez de su cuerpo, lo que
conduce a una curiosidad acerca de las actividades sexuales, esto también, en
algunos casos lleva a los embarazos de adolescentes. Además, se manifiestan
comportamientos con el objetivo de experimentar ciertas situaciones (beber
alcohol, probar drogas).
En algunos casos
muy aislados, también pueden surgir problemas como la esquizofrenia, trastornos
de la alimentación, y la depresión durante la adolescencia.
Referencias
bibliográficas
Libros
ABERASTURY, A;
KNOBEL, M. La Adolescencia Normal. Editorial Paidós. Buenos Aires. 1984
ERIKSON,
Identidad, juventud y Crisis. Editorial Paidós, Buenos Aires 1968
OBIOLS, G; DI
SEGNI, S. Adolescencia, Posmodernidad y Escuela. Secundaria. Editorial Kapeluz
Buenos Aires 1993
Artículos
FUENTES, M. Los
duelos en la adolescencia, el análisis de Arminda Aberastury
(http://suite101.net/melisa-fuentes)
Estudio del
psicoanálisis y psicología - Aberastury, los tres duelos del adolescente
(http://psicopsi.com/Aberasturi-duelo-cuerpo-infantil)
CHOCHO, M;
BORDAGORRI, S; CHICHET F. ROSELLA A. Conductas vandálicas en la Adolescencia.
(https://www.monografias.com/trabajos55/mala-conducta-adolescente/mala-conducta-adolescente.shtml).
https://psicoterapia-breve.es/psicoterapia/psicologia-para-adolescentes/.
https://www.google.com/amp/s/www.psicoactiva.com/blog/psicologia-del-adolescente/amp/#ampshare=https://www.psicoactiva.com/blog/psicologia-del-adolescente/.
👏👏👏
ResponderBorrarExelente exposicion me encanto
ResponderBorrarMuy bien muchachas me encantó ese panel
ResponderBorrarExcelente trabajo y exposicion muchas felicitaciones
ResponderBorrarExcelente trabajo y exposicion muchas felicitaciones
ResponderBorrarMe gustó la forma como manejaron el panel, todas estuvieron excelentes, aún Ana obtuvo muy buen manejo del panel
ResponderBorrarExcelente tu exposición, te felicito buen manejo del tema, y, seguridad, me encantó, felicitaciones de parte de Albert
ResponderBorrarExcelente
ResponderBorrarGracias a todos me encanto formal parte de este panel !! 😊 Atte: Ana Estephany Francisco
ResponderBorrarMe encato estubo muy buena tu exposición
ResponderBorrarBuen trabajo manita 👑, Felicidades.
ResponderBorrarMuchas Felicidades Ana Estephany Francisco P.❣ Excelente panel Dios bendiga siempre!!
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